Semáforos paritarios en Valencia

Cuando un ayuntamiento decide peatonalizar una calle o cerrar al tráfico una plaza, las respuestas y comentarios en las redes sociales, en la prensa, en los bares, etc. no se suelen hacer esperar: hay veces en que los asuntos que tienen que ver con la movilidad, con la forma en que usamos los espacios públicos y con las restricciones a ciertos hábitos fuertemente arraigados (por ejemplo, desplazarnos en coche hasta el último rincón de la ciudad) acaban generando debates encendidísimos.

Tampoco se queda a la zaga todo aquello que tiene que ver con las políticas públicas contra la desigualdad en la vida cotidiana entre mujeres y hombres, esa desigualdad que algunos no quieren ver y que, por consiguiente, tampoco consideran necesario combatir.

Pero si a una administración pública se le ocurre osadamente combinar los dos asuntos (una medida que tiene que ver con la movilidad + una medida que tiene que ver con la visibilidad simbólica de las mujeres en los espacios públicos), entonces nos encontramos con la tormenta perfecta y el tamaño que alcanzan las olas de comentarios en la prensa, redes sociales y tertulias supera lo nunca visto. Es lo que está pasando estos últimos días con la decisión del ayuntamiento de Valencia de añadir una silueta femenina a algunos semáforos de la ciudad. Algunas de las expresiones más repetidas para comentar el asunto están siendo “chorrada” y “gilipollez”, lo cual, desde luego, y teniendo en cuenta que una amplia mayoría de ciudadanos comentaristas rechaza la medida del consistorio, debería obligar al gobernante local a meditar seriamente si lo anunciado es, efectivamente, una chorrada y una gilipollez.

Ojo: que una amplia mayoría rechace la idea de incorporar una silueta con faldas al código de los semáforos peatonales de Valencia no implica que la idea sea rechazable, pero tampoco implica que la idea sea afortunada.

Desde mi punto de vista, la idea de añadir una silueta con faldas al código semafórico de Valencia es totalmente afortunada, aunque algunos de los argumentos que se oponen a la medida son también dignos de tener en cuenta:

“Lo mejor sería eliminar semáforos para humanizar las calles de Valencia”: muy de acuerdo, pero a corto plazo no parece viable si queremos que la gente siga pudiendo cruzar grandes avenidas con cierta seguridad. Los semáforos, desde mi punto de vista, sirven para acelerar el tráfico y generar, a veces, más riesgos, pero una avenida o una calle de cinco carriles sin semáforos sería aun más peligrosa para los viandantes.

“La silueta de una mujer con faldas reproduce un estereotipo y es sexista”: es posible, pero también es un estereotipo considerar que una figura de aspecto más bien masculino en realidad es neutra y representa a todas las personas, incluidas las mujeres. Los códigos viales que utilizan iconos y siluetas suelen tender a la simplificación y a la sencillez, para que sean comprensibles. Eso impide que un código de siluetas usado para regular el tráfico de peatones pueda usar decenas de símbolos diferentes para representar a toda la diversidad social, sexual o de género. Ese código, para resultar comprensible de un solo vistazo y para todo el mundo, sea valenciano, ruso o nepalí, debe reducir su catálogo de símbolos al mínimo, y los gobernantes locales han considerado que reducir el código semafórico a dos símbolos (silueta sin falda y aspecto masculino y silueta con falda) es lo más apropiado.

“Muchas mujeres no usan falda nunca: representar a las mujeres con una falda es discriminatorio”: puede ser. De todas formas, usar faldas no es discriminatorio ni obligatorio en nuestro entorno cultural.

“En muchos lugares ya no se usan las siluetas del hombre y la mujer con falda para diferenciar los aseos”: es cierto, pero allí por donde cada día pasan cientos o miles, o decenas de miles, de personas se siguen usando esos iconos: aeropuertos, estaciones de tren, colegios, hospitales, edificios de la administración pública, etc. Y se siguen usando porque casi cualquier persona de casi cualquier parte del mundo es capaz de entender su significado de un vistazo. El ayuntamiento de Valencia, con la implantación de los semáforos paritarios, no se está inventando un código nuevo: está usando uno existente y universal.

“Es una chorrada que costará mucho dinero”: al parecer, el cambio de semáforos ya estaba incluido en el presupuesto de mantenimiento de semáforos contratado por el consistorio. No supondrá un coste extra.

“Se usa la silueta del hombre verde para que los viandantes caminen y la silueta de mujer roja para que no pasen”: no será así. El equívoco parte de algunas fotos que han circulado en prensa estos días, en las que la silueta con faldas aparecía en rojo y la silueta del varón se veía en verde. Pero no será ese código el que, según parece, aplicará el ayuntamiento: en cada paso de peatones, a un lado se mantendrá una silueta de varón tanto para el color verde como para el rojo, y al otro lado se instalará una silueta con falda para el color verde y para el rojo.

“La desigualdad entre hombres y mujeres no se combate con semáforos”: la desigualdad se combate de muchas formas, también con gestos y símbolos que sirven para feminizar el espacio público. Cada día, cientos de miles de personas cruzan pasos de cebra en Valencia, así que cada día, cientos de miles de personas estarán atentas a unos semáforos que, desde ahora, incorporarán a figuras femeninas. Un simple semáforo puede ser una herramienta tan útil como otra cualquiera para generar conciencia y debate.

[Publicado en Facebook el 07-03-2016: https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=1131693030183503&id=248726185146863]

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